lunes, 29 de noviembre de 2010

Museo Cointreau

Hoy contaré como fue la visita al museo Cointreau 
que hicimos Sonia, María y yo hace ya un tiempo.            
El museo Cointreau, es el único lugar del mundo donde se fabrica el Cointreau. Es decir, que si en China se pide este alcohol, se exportaría desde esta fábrica, que es a la vez un museo.
La visita estuvo súper bien y fue bastante divertida.
Quedamos pronto por la mañana ya que no sabíamos exactamente dónde teníamos que coger el bus. Pero al final resultó ser algo bastante sencillo, con lo cual, como tampoco sabíamos cuanto se tardaba en llegar allí, cogimos el primer autobús que pasó.
Creo recordar que cuando llamé para reservar (sí, va tanta gente que tienes que llamar unos días antes por teléfono) me dijeron que empezaba a las 9 de la mañana. Además era un sábado. Cuando colgué y María me preguntó que a qué hora teníamos que ir, no salía de su asombro.         
Yo le dije que no pasaba nada por ir un sábado, ni tan siquiera después de salir el viernes de fiesta. Nos entró un ataque de risa a las dos impresionante,debido a que no sabíamos cómo ir hasta ahí, no sabíamos si podríamos volver debido a las huelgas y por supuesto ¿qué hacíamos a las 9 de la mañana un sábado dispuestas a ir a un museo? En fin…
Como iba diciendo, cogimos el primer bus. Y llegamos, como no, a las 8 o así, con lo cual tuvimos que esperar hasta que abrieran. Fue bastante divertido porque el museo está a las afueras, no había absolutamente nadie y de hecho estaba cerrado. Allí no había ni un alma. Nos hacía gracia pero en el fondo no tanto porque no sabíamos si nos habíamos equivocado, si era la puerta de atrás del museo o si estaba cerrado por las huelgas. Así que llamamos al timbre. Y como no nos contestaban, volvimos a llamar al timbre. Y como seguían sin contestarnos, ni cortas ni perezosas, volvimos a llamar al timbre. Mientras nos hicimos fotos 
y a las 9 o así abrieron. No 
hace falta decir que éramos las primeras.
La chica a la que teníamos que pagar, nos  preguntó a nombre de quien estaba la reserva. Dije mi nombre pero ella no me encontraba en la lista. Había como cuatro nombres más en la lista pero ella no me encontraba. En el fondo todas estábamos pensando “venga, atrévete y señálale el nombre” pero al ser todo tan elegante, al haber tanto silencio y ser todo tan formal, no nos atrevimos. Hasta que al final Sonia le señaló con todo el dedo mi nombre en la lista. María y yo no nos lo podíamos creer, poco faltó para que le cogiera la lista y se lo subrayara con un boli. ¡Fue buenísimo!
Mientras llegaba todo el mundo, a su hora, 
claro está, estuvimos esperando en unas sillas súper chulas. 
Intenté ir al baño. Sólo diré que de lo moderno que era, me tuve que salir porque no encontraba la luz.
Después la visita empezó. Nos llevaron a una sala a ver un vídeo de unos 15 min o así  y después nos enseñaron paso a paso, proceso a proceso, cómo hacen el Cointreau. Desde enseñarnos las cáscaras de las naranjas, hasta ver cómo lo mezclan con el alcohol en grandes máquinas  y por último como lo embotellan y lo embalan. 
Descubrimos que ahí también hacen nuestro querido Passoa (alcohol que siempre bebemos).
Después vimos una sala en la que te enseñaban cómo han ido cambiando las botellas de cointreau, el árbol genealógico de la familia Cointreau y un pasillo enorme lleno de publicidad desde que se empezó a fabricar hasta hoy y un montón de botellas por las que ha habido varios juicios, ya que intentaron venderse como si fuera cointreau.

Y ahora llega lo mejor... ¡la degustación!
Hay una sala que está totalmente preparada para la degustación. Te dividen por mesas, de ahí que me pidieran mi nombre. Llegamos y vimos en una mesa alta un cartelito que ponía “ Madmoiselle Sánchez”.
Teníamos coctelera, vasos, hielo, en fin, una pasada.
Nos enseñaron a hacer varios cócteles.
Lo peor fue que no le entendíamos nada, así que dependiendo de lo que hiciera la gente bebías u olías o comías. ¡Vaya lío! Era en plan: “coorre, coorre beber, que el tío de la mesa de atrás acaba de beber” y otra decía “nooo, ahora noooo.ese tío ha bebido porque ha querido. Ahora hay que oler”.
Cuando terminó fuimos a la tienda. Creía que me moría de la vergüenza. La gente normal miraba y como mucho compraba algún caprichito. Bueno, pues parecía que: o que nunca habíamos visto alcohol, o que somos unas alcohólicas o que nos prohíben beber y ese era el único momento de hacerse con alcohol.
Yo compré, al igual que mis amigas: una tableta de chocolate de cointreau y una botellita con una coctelera. Pero es que no sólo es eso, si no que de pronto vimos que había ¡PASSOA! Y no sólo passoa, si no passoa de diferentes sabores. ¿Y qué es lo que hicimos? Comprarnos una botella de cada sabor. De coco, de mango y de plátano. Madre mía, salimos con unos bolsones. Qué vergüenza…
No hace falta decir lo contentas que estábamos a las 12 de la mañana cuando salimos del museo. Entre lo que habíamos bebido en la degustación y la cantidad de alcohol que habíamos comprado, no parábamos de reírnos.
De hecho estábamos tan contentas que ni nos importó que, una vez que estábamos en el bus de vuelta y llevábamos algo así como 2 paradas de 6, la conductora frenara y nos dijera que nos bajáramos que no podía continuar debido a las manifestaciones.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Quinto día con mi familia

Cou-cou!!!

El último día fue uno de los mejores porque fuimos a La Baule. Es una ciudad total de cuento. Está llena de pequeñas casas y de tiendas muy elegantes y lo mejor: la playa y el mar. Me lo pasé genial cogiendo conchas blancas y caracolas.




Es uno de los sitios más bonitos en los que he estado nunca. Es súper tranquilo pero a la vez hay mucha gente, es pequeño y a la vez grande y sobretodo es estupendo pasear por el paseo marítimo. Me encantaría pasar el verano allí.


La guinda fue el sitio en el que comimos. Si digo un chiringuito va a parecer que es cutre, que huele a sardinas y que hay tanta gente que no se puede ni respirar y más bien es todo lo contrario.
Sin duda alguna es el sitio más bonito donde he comido nunca y va a ser muy difícil superarlo. Era un “chiringuito” súper-mega-ultra moderno. De hecho todo estaba lleno de fotos con famosos. Te podías sentar dentro o fuera. Cuando digo fuera es porque estás sentado en una especie de sofá con muchos cojines que está sobre un suelo de madera. Está cubierto para que no entre mucho frío, pero lo mejor es que está rodeado de cristales con lo cual ves la playa y el mar por todas partes. Además comimos genial.


Fue horrible porque no nos queríamos ir nunca, pero al final cogimos el coche y fuimos a Nantes. No nos dio tiempo a hacer mucho. Sólo vimos el castillo, la catedral y paseamos un poco por las tiendas. Yo ya había estado con mi madre y la verdad es que me volvió a defraudar un poco. También es verdad que comparado con la Baule no hay nada.



 

  Después cenamos allí, en un italiano y después volvimos a     Angers y de nuevo a dormir….


Cuarto día con mi familia

Cou-cou!!!

Nos levantamos, desayunamos y esta vez
cogimos el coche rumbo: castillo de Chenonceaux. 
El castillo más bonito del país del Loira.

 








Nada más llegar ya nos pareció todo precioso. Buf! Es que es indescriptible. Es como un pasillo lleno de hojas amarillas y naranjas que te conduce a una explanada enorme en la que enfrente está el castillo y a la derecha y a la izquierda jardines. 





A parte de todo esto, lo bonito del castillo es que 
está sujeto por unos arcos por los que pasa el río Cher.


Entramos dentro y vimos todas las habitaciones/aposentos con sus camas, las cocinas, la biblioteca... Además la historia es genial. Resulta que Francisco I estaba casado con Catalina de Médicis pero su amante era Diana de Poitiers y uno de los dos jardines era de la mujer, y el otro de su amante. Lo mejor es que cuando murió, él dejó el castillo a su amante pero después su mujer se lo quitó.
Después de todo esto, fuimos a comer a la explanada del principio donde había un buffet.
Cuando ya íbamos a coger el coche para irnos, pensé “venga, la última foto” Y ¿qué pasó? Que se me cayó la cámara al suelo y adiós cámara. Así que me puse a llorar como una magdalena. Ahora me río pero lo pasé fatal. 

Après (después) fuimos a Saumur. De lejos es una ciudad preciosa porque es como una montaña en la que por abajo hay muchas casitas y arriba del todo está el castillo. Además el cielo estaba rosita y el hecho de que el río pase por ahí lo hace más bonito aún. El castillo nos gustó muchísimo, aunque no pudimos entrar porque ya era muy tarde, pero después, cuando bajamos a la ciudad, nos decepcionó un poco.

Volvimos a coger el coche y fuimos a ver otro castillo, más pequeño, y la abadia de Fountevraud. La historia de la abadía es genial. Resulta que mi amiga Hélène me había dicho que fuera, que era muy bonito, así que fuimos. Como era muy de noche teníamos que fijarnos mucho en los carteles y las señalizaciones para no saltárnoslo. Cuando llegamos a Fountevraud, seguimos los carteles que indicaban una abadía o una iglesia o no se sabe qué, hasta que por fin llegamos a una mini plazita en la que había una iglesia súper pequeña. Todos nos quedamos callados pensando “vaya gilipollez venir hasta aquí para nada”. Yo no podía creer que mi amiga me hubiera recomendado eso, me parecía imposible. Bueno, pues después de estar agotados por el viaje hasta la “abadía de Fountevraud”, al día siguiente me puse a leer la guía de mi tía. De pronto encontré: “Abadía de Fauntevraud; una de las abadías más grandes de toda Francia”. Seguimos sin saber donde está la susodicha abadía. En fin…ADV.
Volvimos a Angers pensando que todo estaría cerrado porque ya era "muy tarde" como para que sirvieran comidas, pero encontramos un restaurante en el que cenamos súper bien.

Zzzzz….


lunes, 15 de noviembre de 2010

Tercer día con mi familia

Cou-cou!!!

El sábado estuvimos todo el día en Angers.
Después de desayunar, les llevé a un mercado. 


 Les encantó y la verdad es que no me extraña porque es genial. Es un mercado súper grande que vende todo tipo de comida. De hecho hay un puesto con banderas españolas en el que se vende un montón de chorizo, salchichón, etc.
Y como no...¡se vende paella para llevar!

 

La comida tiene una pinta estupenda, pero lo que de verdad me gusta es ver como todo el mundo lleva una cesta de paja para hacer la compra. Me recuerda un montón al mercado de la peli “Notting Hill”.






Después pasamos por el “patinoire” (un sitio para patinar) que está dentro de un parque e hicimos varias fotos.
Y… ¡llegamos a mi uni! Les gustó mucho pero sobretodo a mi tía le encantó.


 Comimos rápidamente en el mcdonalds y después fuimos al lago, lac du Maine. Eso sí que les encantó. Yo encontré todo muy cambiado porque la última vez que fui era verano, hacía sol y la gente se bañaba. Pero fue precioso ver todas las hojas de otoño en el césped, el lago, los colores de los árboles…

Después del lago fuimos al quai que es un sitio donde hacen exposiciones. Fue divertidísimo porque había una especie de concurso de… ¡tango! Bailaban fatal, fatal, fatal, pero era genial ver como los franceses se emocionaban y aplaudían tanto al verlo.                                        
 Salimos del quai y descubrimos un ascensor que te lleva a lo alto de un edificio donde ves casi toda la ciudad. Las vistas eran preciosas.
Y ¿qué hicimos después? Cenar en un barco súper chulo que yo quería ir desde hace tiempo. Todo era muy moderno pero la comida dejó un poco que desear. Eso sí, era genial mirar por la ventana y ver el castillo de Angers.
Después fuimos a tomar algo al “bar-barco”, como lo llamo con mis amigas, porque como bien dice el nombre parece un barco. Mientras mis tíos y mi madre se tomaban algo, me fui con mi prima a enseñarle el bar donde vamos siempre y así estar un ratito con María, su hermana y su prima que también habían ido a visitarla.
Zzzz…

Segundo día con mi familia

Cou-cou!!!

El segundo día fue matador y cuando digo matador es MATADOR.
Nos levantamos pronto, fuimos a desayunar y cogimos el coche rumbo: “Monte Saint-Michel”. Fue una buena paliza en coche, pero mereció la pena.

De camino, paramos en una gasolinera y compramos un bocadillo para no tener que parar luego y perder más tiempo. Sí, era como una carrera en la que todo lo tenías que ver.
Cuando íbamos llegando, vimos como la abadía se iba haciendo más y más grande. Era precioso ver los campos llenos de ovejitas y justo detrás el monte Saint-Michel.
Llegamos e hicimos fotos “a tutiplén” mientras esquivábamos a los japoneses que se iban poniendo en nuestro camino y a las gaviotas. Aparcamos lejos y fuimos caminando hacia la abadía comiéndonos nuestros bocadillos, pero las gaviotas al olerlos se acercaban muchísimo, con lo cual, cada vez que veía que una venía a por mí, me guardaba corriendo el bocadillo en el bolso. ¡Nunca he tardado tanto en comer un bocadillo!



Subimos por las callejuelas que están repletas de tiendas turísticas. Llegamos a la abadía donde pagamos y fuimos a verla por dentro. Como dice mi madre “es impresionante pensar cómo los monjes podían vivir ahí, aislados de todo hace taaantos taaantos años”. 

Cuando llegamos a la parte de arriba fue súper impactante. ¡Se veía todo PRECIOSO! Hicimos millones y millones y más millones de fotos.

Como el monte está rodeado de arena mojada, casi como si fuera un río, porque antes todo estaba totalmente rodeado de agua, era muy impactante ver como la gente andaba “sobre el agua”.


Después de ver todo, fuimos a Saint-Malo que es otra ciudad que está cerca de la abadía. La verdad es que no nos gustó demasiado, entre otras cosas porque había demasiada gente y era un poco agobiante. Por lo visto justo ese día había algún “acontecimiento” importante, no se cual, y por eso había tanta gente.
Esa noche fuimos a un pueblecito que se llama Dinan. Fue una pena que se hiciera tan pronto de noche porque era precioso. Estaba lleno de casitas bajas y un montón de bonitos restaurantes. Así que cenamos en un italiano genial debatiendo cosas absurdas que sólo nosotros podríamos debatir.
Zzzzzz…

viernes, 5 de noviembre de 2010

Primer día con mi familia

Cou-cou a todos!!!!!!!!!!!!!
Dios, pfff hay tantísimas cosas que decir, que no se por dónde empezar. Contaré día por día.
Comencemos pues…
El jueves pasado me levanté, limpié la habitación, pasé la aspiradora, limpié el baño y puse todo bonito porque…..VINO MI FAMILIA A VISITARME! Estaba súper nerviosa. Llevaba dos meses sin ver a mi madre y tenía unas ganas que me moría.
Me llamaron y me dijeron que bajara a la esquina de mi calle que estaban allí con el coche que habían alquilado. Cuando salí de la resi vi a lo lejos, en la esquina, el pelito rubio de mi mami y me puse muy contenta. Bueno salí corriendo y todo, fue total película.


Después fuimos al hotel para que mis tíos y mi prima dejaran las cosas y después nos fuimos a comer a una plazita muy mona. Comimos muy, muy bien. ¡Hasta unos huevos con mayonesa!
Una vez que cogimos fuerzas, fuimos a ver un poco mi bonita ciudad. Dimos un paseo por el centro, aunque sin visitar las cosas, y merendamos. Tiempo después, se dieron cuenta de que tenían que empezar a adaptarse al horario de cenar a las 7-7:30 porque si no nos cerraban todo. Así que prácticamente después de “merendar”, fuimos a cenar. Les llevé a un sitio de crêpes que está para chuparse los dedos.



Sólo digo que mi prima y yo nos comimos un crêpe y medio.Mis tíos una galette, que es como el crêpe pero en salado y mi madre uno flambeado, es decir, hechan alcohol y después con un encendedor lo prenden.


Todos estaban muy cansados, así que decidimos irnos a dormir para descansar para la paliza que nos esperaba al día siguiente.
¿Dónde dormía mi madre? era algo bastante gracioso. Mari Paz, es decir, la directora de la resi, que adora a mi madre, nos dijo que podíamos dormir juntas en mi habitación, que nos ponía una cama y listo. Resulta que cuando llegamos a mi habitación ya nos habían puesto la “cama”. ¿Qué qué entendieron por cama? Es difícil de explicar. A ver, era, donde te sientas en un sofá con apoyabrazos y todo. Con esto quiero decir que es blando, muy blando, de hecho es taaan blando, que parece que estás directamente tumbada en el suelo. Mari Paz cuando se encontró con mi madre y estuvimos hablando un rato con ella, me dijo que tenía que dormir yo en esa “cama”. Evidentemente ya entendí por qué. Estoy segura de que si duermen en esa “cama” los familiares de alguien, no querrían que su hija siguiera en esa residencia.