lunes, 15 de noviembre de 2010

Segundo día con mi familia

Cou-cou!!!

El segundo día fue matador y cuando digo matador es MATADOR.
Nos levantamos pronto, fuimos a desayunar y cogimos el coche rumbo: “Monte Saint-Michel”. Fue una buena paliza en coche, pero mereció la pena.

De camino, paramos en una gasolinera y compramos un bocadillo para no tener que parar luego y perder más tiempo. Sí, era como una carrera en la que todo lo tenías que ver.
Cuando íbamos llegando, vimos como la abadía se iba haciendo más y más grande. Era precioso ver los campos llenos de ovejitas y justo detrás el monte Saint-Michel.
Llegamos e hicimos fotos “a tutiplén” mientras esquivábamos a los japoneses que se iban poniendo en nuestro camino y a las gaviotas. Aparcamos lejos y fuimos caminando hacia la abadía comiéndonos nuestros bocadillos, pero las gaviotas al olerlos se acercaban muchísimo, con lo cual, cada vez que veía que una venía a por mí, me guardaba corriendo el bocadillo en el bolso. ¡Nunca he tardado tanto en comer un bocadillo!



Subimos por las callejuelas que están repletas de tiendas turísticas. Llegamos a la abadía donde pagamos y fuimos a verla por dentro. Como dice mi madre “es impresionante pensar cómo los monjes podían vivir ahí, aislados de todo hace taaantos taaantos años”. 

Cuando llegamos a la parte de arriba fue súper impactante. ¡Se veía todo PRECIOSO! Hicimos millones y millones y más millones de fotos.

Como el monte está rodeado de arena mojada, casi como si fuera un río, porque antes todo estaba totalmente rodeado de agua, era muy impactante ver como la gente andaba “sobre el agua”.


Después de ver todo, fuimos a Saint-Malo que es otra ciudad que está cerca de la abadía. La verdad es que no nos gustó demasiado, entre otras cosas porque había demasiada gente y era un poco agobiante. Por lo visto justo ese día había algún “acontecimiento” importante, no se cual, y por eso había tanta gente.
Esa noche fuimos a un pueblecito que se llama Dinan. Fue una pena que se hiciera tan pronto de noche porque era precioso. Estaba lleno de casitas bajas y un montón de bonitos restaurantes. Así que cenamos en un italiano genial debatiendo cosas absurdas que sólo nosotros podríamos debatir.
Zzzzzz…

No hay comentarios:

Publicar un comentario